Laroya

Dejate seducir por la belleza de la Sierra de los Filabres

BIENVENIDOS A LAROYA

Los primeros datos sobre Laroya se remontan a la época musulmana, que señalan este lugar como una zona próspera y rica en la comarca del mármol.

Tras la Reconquista de los Reyes Católicos se concede por éstos, y a través de una cédula real de 1501, el privilegio de ciudad a Laroya. Este hecho obedeció a que Isabel y Fernando decidieron regular el régimen político y jurídico de Baza, Purchena y las ciudades limítrofes, entre las que se halla Laroya.

Un municipio que es anexionado por Baza en ese mismo año y también por medio de una cédula real de los Reyes Católicos. La población de Baza se anexionó junto con Laroya los municipios de Zújar, Freila, Caniles, Cúllar y Macael. Los investigadores han mostrado su extrañeza por la anexión de Macael y Laroya, ya que eran las más distantes de Baza.

 

Tras su inclusión en el término de Baza, el municipio de Laroya sufrió los avatares de la historia de aquel entonces, y se vio inmersa en la revuelta de los moriscos, lo que llevó a la repoblación con nuevos habitantes.

En el Libro de Repartimientos de Laroya, que se conserva en el Archivo de la Real Chancillería de Granada, se da cuenta de la necesidad de repoblar los lugares despoblados, de acuerdo con la provisión real de 26 de enero de 1579.

El Concejo de Población determinó que la localidad se poblara con 12 vecinos, que fueron los que realizaron de acuerdo propio el reparto de la localidad.

CERVANTES

 

El 9 de septiembre de 1594 Cervantes cierto es que fue a cobrar dos partidas de alcabalas, una a Baza y los pueblos de su jurisdicción y otra al resto de los pueblos de su partido: Freila, Laroya y Macael.

Laroya es un municipio almeriense en plena sierra de Los Filabres. Su situación aislada le ha permitido mantener hermosas tradiciones y costumbres. Pueblo tranquilo, donde el silencio se mezcla con los sonidos de la naturaleza. Su extensión es de 21 km². Se encuentra situada a una altitud de 860 metros.

Según la tradición, su nombre proviene de un término árabe que significa cazuela u hoya, por su situación entre sierras.

LOS BANCALES

Si hay algo característico del paisaje de nuestro pueblo son sus campos llenos de terrazas que permitían a sus habitantes cultivar en zonas con gran pendiente. Esta tierra arcillosa es muy productiva y regalaba a las familias que la trabajaban la cosecha que los alimentaba durante todo el año: almendros, olivos, lentejas, garbanzos, trigo, maíz, alfalfa, naranjos y las huertas propias para cada casa como patatas, tomates, cebollas o lechugas, entre muchos otros eran los planteles que se veían, y aun hoy algunos de ellos se pueden encontrar en nuestros bancales.

El río, antaño caudaloso, regaba de vida los bancales, que poco a poco empezaron a tomar nombres tan pintorescos como “El bancal de la Viñica”, “Los olívicos”, “La quebrá”, “Las puentecicas”, etc.

 

LA PIEDRA LA ENCANTADA

ROMANCE DE LA ENCANTADA

Detente aquí forastero  y contempla en la montaña una roca que llamamos la piedra de la encantada.

Una princesa morisca y un vecino del lugar,ambos dos se enamoraronen la noche de San Juan.

Y quedaron a escondidas junto a la orilla del río,pero el padre de la joven  se interpuso en sus caminos.

Y a sus mozos ordenó que mataran al muchachoy en el río de Laroya fue cruelmente asesinado. 

A su hija la escondió en lo hondo de la montaña y allí quedó para siempre y nadie pudo encontrarla.

Dicen que se convirtió en una piedra encantada que en la noche de San Juan vuelve a ser una muchacha.

Y que en las aguas del río baja a lavarse la cara y al no encontrar a su amado vuelve a quedar transformadaen piedra, en cuyo silenciouna historia de amor guarda.

Diego Reche, 1 de diciembre 2018

LOS FUEGOS DE LAROYA

El 16 de junio de 1945, sin que nadie supiera la causa, ardieron varios campos en las tierras del cortijo Pitango y del cortijo Franco, tal y como recogieron los medios de comunicación de aquella época.

Los vecinos dieron parte a la guardia civil, a los que mientras vigilaban se les prendió fuego en las chaquetas.

Tal fue el interés que causó que se trasladó al pueblo Don José Cubillo ingeniero geógrafo , mandado por el gobierno. Escribió un libro que se llama los Fenómenos Atmosféricos de Laroya, y como conclusión dijo, que los fuegos se producían debido al calor reinante en la zona, y de algo que manaba del subsuelo.

 

LA ALMAZARA

Otro de los indicios de lo grande que era la Villa de Laroya es la Almazara que existía en el pueblo, ya que había muchas familias que llenaban sus alcuzas con el aceite que se prensaba entre estos molinos.

Hace poco tiempo que el ayuntamiento la ha rehabilitado y podemos disfrutar de ella y observar sus mecanismos e imaginar o recordar como giraban las enormes piedras o por donde caía el tan preciado oro líquido hasta las tinajas en las que se guardaba el aceite incluso varios años.

 

RUTA DE LA BALSA DEL COMUN

Ya te habrás dado cuenta de la importancia que el río de Laroya ha tenido para sus habitantes. Así pues, son muchas las balsas que se construyeron para recoger el agua de lluvia, además de una compleja red de acequias que heredamos de los árabes.

Tras este pequeño paseo se llega al río donde podemos ver la más característica de esas balsas, donde todos de pequeños aprendimos a nadar, la balsa del común.

 

LA IGLESIA DE LAROYA

Esta iglesia fue construida en el siglo XVI, casi su totalidad del material empleado es el ladrillo rojo cocido en Laroya. Éstos se fabricaron en los hornos que se encuentran cercanos al cauce del río situados en la Tejera.

Se trata de un edificio de cruz latina, de una sola nave, con coro alto a los pies, capillas de hornacinas laterales, un crucero ligeramente saliente y sacristía adosado a la cabecera. La mandó construir el segundo marqués de los Vélez, Don Luis Fajardo de la Cueva.

Nuestro Patrón es San Ramón Nonato, patrón de embarazos y partos al que se pide ayuda en tales circunstancias. La reliquia de San Ramón preside el Altar Mayor.

 

CALLES TIPICAS DE LAROYA

Si paseáis por nuestro pueblo encontrareis algunas calles típicas. podréis apreciar que son estrechas, retorcidas y muy empinadas, ya que fueron adecuándose al escarpado terreno donde se asentó el pueblo.

Los vecinos encalaban de blanco sus fachadas para protegerlas del calor y les gustaba adornarlas con plantas y flores, sobre todo parrales, que les proporcionaba ese frescor tan ansiado en los meses de verano.

Os animamos a perderos para encontrar otras calles características como la escalinata detrás de la iglesia o la calle más pequeña, también conocida como “El callejoncillo de Luisa” donde no se pueden cruzar dos personas.

 

LAS CUARTETAS DE LAROYA

El domingo de Resurrección, después de la misa y en la plaza del pueblo, el llamado “cuartetero” recita las cuartetas subido sobre un burro disfrazado y acompañado de ruidoso sonido de caracolas y trompetas.

Son versos rimados que de forma crítica e inofensiva relatan algo gracioso ocurrido en el pueblo a lo largo del año. Son compuestas y recopiladas la noche del Sábado Santo.

 

LOS MOROS Y CRISTIANOS

La antigua tradición de las fiestas de moros y cristianos, tan arraigada en pueblos del Levante y en algunos del Sur, también se mantiene en Laroya. Se celebra dentro de las fiestas de San Ramón Nonato, patrón de la localidad, en los últimos días de agosto.

El primer día se libra una batalla en la que ganan los moros, y el segundo día ganan los cristianos, y que termina con un abrazo entre los dos bandos. El personaje del Pelotero es una de las mayores atracciones de esta famosa fiesta de Moros y Cristianos.

 

LAS ERAS

En el término municipal de Laroya tenemos unas 80 eras cada una con su nombre, dada la importancia que tuvo el cereal en la historia de Laroya, motivo por el cual nos visitó el ilustre escritor D. Miguel de Cervantes como recaudador de impuestos, quedando impresionado por nuestro pueblo y paisajes tendemos a llamarle nuestro “primer turista”.

Con la conquista cristiana, los Reyes Católicos le conceden a Laroya el privilegio de ciudad por cédula real de 1501.

 

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